jueves, 31 de mayo de 2012

¿TE CONOCES?


Al menos dos días entre semana, me gusta ir al trabajo con una sesión de entrenamiento en el cuerpo. Me activa, me inspira y me relaja, pero llevo una buena temporada durmiendo menos de la mitad de lo que hacía hace un año y cuando uno no descansa lo que debe, a esas horas las sábanas pesan como el acero y parece que te hayan escayolado las piernas. Como sé lo cuesta arriba que se me hace este ritual, por la noche dejo todo preparado en el salón, para no despertar a nadie. Me visto y equipo casi como un autómata, me acoplo los auriculares, pulso el Play y no lo demoro demasiado, no sea que me arrepienta y vuelva a la cama. La puerta de mi casa apenas tiene acera y con un poco de ansiedad por empezar a trotar, salí con demasiado ímpetu a la calle. Cuando quise reaccionar, el error ya no tenía marcha atrás, estaba deslumbrado por unos faros y la canción de AC/DC que tronaba en mis cascos (Highway to Hell) se convirtió en la irónica banda sonora ideal para anunciar mi destino inmediato. A esas horas el conductor del camión de la basura conducía confiado, aunque bastante más atento que yo, porque se paró en seco y tan cerca de mi cara que pude oler el aceite recalentado del gigantesco motor. ¡La madre que te parió! Y tanto que sí, pensé. Avergonzado no pude más que levantar un poco la mano y salir al trote, como un conejillo con suerte huyendo por la cuneta. Con el susto olvidé darle al Start del crono, ni siquiera escuchaba la música pensando en lo sucedido, pero repentinamente me di cuenta de que no estaba contando no el tiempo y de hecho… había olvidado hasta el sensor GPS con el que controlo mi velocidad de carrera. Me fastidió, me fastidió tanto que inconscientemente me detuve para volver a casa a por el sensor GPS y a poner el crono a cero. Por un instante estaba convencido de que necesitaba todos esos datos… ¿Los necesitaba tanto como para darme la vuelta, algo que no hago ni cuando tengo una fuerte molestia en mi rodilla derecha? La noche anterior acababa de terminar el libro “Correr o Morir” de Killian Jornet, os lo recomiendo, y recordé el momento en el que el joven trail runner se replanteó su manera de vivir y decidió no volver a renunciar a su yo más auténtico, dejando de competir temporalmente para hacer sólo lo que más le gustaba hacer en este mundo: correr, simplemente correr salvajemente, como había aprendido desde niño. Después de ese lapsus me miré de arriba abajo y sentí auténticas ganas de abofetearme a mi mismo. Vamos a ver: había sacado fuerzas para levantarme a correr antes del amanecer, preparé todo la noche anterior, había esquivado la muerte a sólo un centímetro de mi cara, tenía salud para correr… ¿Y me permitía el lujo de sentirme muy molesto por no tener mi tiempo de carrera y paso por kilómetro? Lo apagué todo y corrí en silencio, como he hecho la mayor parte de mi vida, observando el amanecer del bosque, atendiendo al 100% las sensaciones de mi cuerpo… y disfruté tanto que una vez más recordé por qué me compensa vencer al sueño para salir a correr. Soy un súper loco de la tecnología aplicada al deporte, creo en ella sin condiciones como medio de mejora, diversión y proliferación del deporte. Eso es verdad, pero es más cierto que creo en el deporte como manera de vivir y sobre todo como mejor camino para el autoconocimiento y desde éste al crecimiento personal. Está claro que llevar un buen material es importante, pero disfrútalo, no dependas de él. Créeme que muchos días las sensaciones serán tus mejores datos: escuchar tu respiración, la mano golpeando el agua, tus zapatillas haciendo crujir la arena de un camino o la cadena de tu bici engranando los dientes de los piñones… Sumido en tus pensamientos de los que probablemente surjan las mejores ideas que jamás hayas tenido. Proponte una distancia y un ritmo, equivócate y acierta por exceso o por defecto, así aprenderás a exprimir tu cuerpo con la precisión de la tecnología más avanzada. Entonces podrás decir “me conozco” y todo ese valioso material que llevas será una gran ayuda para alcanzar la excelencia, pero siempre gobernando tú sobre él, para poder hacer cosas que jamás te creiste capaz.


Antonio del Pino. DIRECTOR
Revista ‘triatlón’ nº 8, Mayo-Junio 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario