martes, 22 de mayo de 2012

EQUIVOCARSE Y APRENDER

Es relativamente frecuente que me pregunten algunos triatletas a qué ritmo han de competir, esperando, además, una respuesta de precisión, como si hubiera una fórmula precisa que cubriera la multitud de variables que pueden afectar al rendimiento. Los avances tecnológicos junto con la mejora del entrenamiento en triatlón hacen que cada vez se hile más fino y es posible hacer estimaciones relativamente ajustadas. Esto es bueno, todo ayuda, pero ¿nos conocemos a nosotros mismos? ¿Somos dueños de nuestro rendimiento, de nuestro cuerpo?

Es frecuente ver anuncios de televisión que ofrecen la mejor forma física sin esfuerzo y sin sudar. Yo, sorprendido, siempre me pego a la TV esperando ver a continuación un anuncio que me asegure ingresos económicos de por vida son pegar un palo al agua. Soy un optimista. Por suerte, ninguno de los dos casos es posible; qué mérito tendría lo que hacemos… Esos “inventos”, al igual que cuando alguien se sienta a leer el periódico en una bici estática sin sudar una sola gota en el gimnasio, sirven para apaciguar la conciencia, esto es, para engañarse uno mismo.

No vamos a entrar ahora a hablar de esa mentalidad tan generalizada del mínimo esfuerzo, pero si le añadimos esa otra, “resultadista”, donde lo único que importa es el puesto, y la poca tolerancia a la frustración y la poca paciencia que podemos tener en ciertos momentos del entrenamiento (y, con esa misma mentalidad, de la vida), resulta que queremos hacer la carrera de nuestras vidas a las primeras de cambio, sin valorar el trabajo, el conocimiento o la experiencia.

Es frecuente, p.e., que alguien afronte la bici de un Ironman con unos datos de potencia a obedecer; otros, siguen datos “internos” como el pulso o tests de campo, más o menos prudentes, o incluso más científicos con tomas de lactado o parámetros ventilatorios. Estaría muy bien tener la certeza de que las condiciones en las que se establecieron esos ritmos se van a dar el día de la competición; lo único que sabemos que se va a repetir es que allí estarás “tú, con tu cuerpo”. Yo personalmente me fio de lo que siento, han sido muchos años aprendiendo a interpretar señales, sensaciones, “intuiciones” a la hora de escoger mi ritmo de competición, con todos los errores asociados, pero aprendiendo.

No pretendo decir que todos esos datos no sirvan; ayudan. Simplemente pienso que lo esencial es salir y nadar, pedalear y correr, con nuestros cuerpos y su línea directa con la cabeza. No creo que Mark Allen o Dave Scott tuvieran rendimientos pobres por carecer de esos datos. Fueron deportistas que adquirieron experiencia desde los comienzos mismos del deporte y que, con los años, con aciertos y errores, fueron aprendiendo a sacar lo mejor de sí mismos con unos rendimientos increíbles incluso a día de hoy, con todo lo que han avanzado el entrenamiento y los materiales.

Hablaba el otro día con un amigo que quiere mejorar su tiempo en media maratón; no sabía a qué ritmo ir. “¿Has salido alguna vez a petar?” le pregunté. Se quedó extrañado. ¿Qué problema supone que una carrera, una más de tantas que hacemos, nos salga mal si nos va a dar una información tan valiosa como cuál es el límite? Me refiero al límite “distancia-ritmo”, que no se puede hablar de “límite” si no se tienen en cuenta las dos a la vez. Equivocarse y aprender.

Cuando alguien me cuenta que “petó” en tal carrera siempre le digo medio de broma que, para “petarlo”, alguna vez antes hay que “petar”, y después aclaro que me parece que eso es buenísimo, rentabilísimo, aparte de que es una especie de garantía personal de haberlo dado todo o haberlo intentado al menos. A los deportistas que llevo y a aquellos que me preguntan les recomiendo que intenten “educarse” como deportistas, que aprendan a conocerse, que aprendan a identificar las zonas de trabajo, las sensaciones que se tienen, p.e., yendo cerca de umbral anaeróbico (fundamental para cualquier fondista), que se equivoquen para aprender, que arriesguen. Hay que adueñarse del rendimiento propio, de nuestros cuerpos, aprovechar que la cabeza está sobre el cuerpo no sólo físicamente. No deja de ser una forma sutil de libertad saber y poder decidir sobre uno mismo ¿Has salido alguna vez a petar? ¿Te equivocaste y aprendiste? ¿Te conoces?


Clemente Alonso
Revista ‘triatlón’ nº 7, Marzo-Abril 2012

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